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Hornos de cal

Hornos de cal

 

 

ARQUITECTURA INDUSTRIAL EN ALMARAZ. HORNOS DE CAL. EL HORNO DE CABO BIRRI.

 

INTRODUCCIÓN

La arquitectura popular entiende de obras de carácter anónimo y colectivo que han sido hechas con materiales autóctonos. Es una arquitectura funcional hecha por el pueblo y es el resultado de una herencia cultural. Aquí se englobaría la arquitectura doméstica y civil (viviendas, chozos, fuentes) y la arquitectura industrial de la que en Almaraz tenemos un ejemplo específico : el horno de cal.

Melchor Basadre en 1791 en su Interrogatorio (conjunto de encuestas ) sobre Almaraz escribe que en su término hay “fábrica de cal que se usa para obras de arquitectura” y Tomás López, geógrafo o cartógrafo, en su Interrogatorio de “Extremadura” de 1798 escribe sobre “canteras para cal y tierra para texa y ladrillo” en el apartado de Almaraz. Queda bien claro que la actividad económica de los hornos se desarrolló desde muy antiguo en nuestro pueblo y durante siglos fue la única actividad industrial y comercial de relieve. Precisamente la materia prima de ambos hornos, piedra caliza y arcilla son abundantes en Almaraz. De la arcilla decir que es de tal calidad que alfareros de otros lugares la han usado hasta hace poco tiempo en sus obras.

En primer lugar hablaremos de la definición de la cal como material que mezclado con arena se usa para asentar los elementos de una construcción generalmente para revestimiento de las paredes. La cal se obtiene de la piedra caliza que previamente se ha extraído de una calera o cantera. El calero sería el trabajador de la cal. En el caso de los hornos de Almaraz era para producir principalmente cal morena para mortero o argamasa con destino a la construcción, aunque a veces una pequeña parte se destinaba para cal de blanqueo de fachadas e interiores.

Se nos habla de los dos tipos de hornos : el de cal y el de ladrillos. Esta actividad económica existió hasta principios de la década de los sesenta del siglo XX en que el cemento y los hornos industriales acabaron con esta economía artesanal. Además, los cambios sociales y económicos acaecidos en nuestro pueblo en los últimos cuarenta años han supuesto para estas construcciones un deterioro y olvido total.

De los hornos para cocer teja y ladrillo poco queda de ellos ya que la mayoría de ellos desapareció bajo el embalse del Arrocampo durante la construcción de la central nuclear. Se situaban en el Camino del Tejar, aledaños del arroyo de Gil Caro, las Pasaderas y en el llamado Cerro Colorado. Antonio Arjona, propietario del último de ellos, lo tenía arrendado a Toribio Manzano que lo trabajaba con sus sobrinos Vito y Celso Pastor. De los hornos de cal, puesto que todavía existen restos de varios de ellos en Almaraz (uno en el camino de Valdecañas y tres en el camino del Sierro), podemos hacer referencia y uno de ellos, conocido como horno de “Cabo Birri”, en bastante buen estado de conservación. La mayoría de ellos se situaba en el camino de Valdecañas y del Sierro. Uno estaba en el lugar de la actual piscina municipal. Alredededor de seis hornos fueron destruidos en el ensanche de la carretera de Valdecañas.

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ESTRUCTURA DEL HORNO DE CAL

Los hornos de cal eran generalmente cilíndricos, de paredes circulares con acceso directo a la boca del horno. Este era el modelo más común pero con diferencias de forma en alguno de ellos. Tal es el caso del horno conocido como de “Cabo Birri”, el mejor conservado que ha llegado hasta hoy. Este horno fue mandado edificar en 1888 por Manuel Díaz Escola, su primer propietario.

Los hornos se construyen con pizarra excepto dos, uno de ellos el de “Cabo Birri”, hechos con ladrillo, cal, piedra y barro. El horno queda enterrado bajo tierra excepto la parte frontal que es la boca con dos piedras laterales de grano con una tercera que se colocaba sobre estas cada vez que se trabajaba. Se excavaba un pozo de unos dos metros que hacía de caldera para quemar la leña y que al nivel del suelo hacía forma de poyo para asentar la piedra.

La estructura singular del horno “Cabo Birri” es que parece ser un modelo constructivo más elaborado, tanto en lo estético como en lo funcional. El cilindro que es la única sala en otros modelos aquí se divide por una pared que hace que el horno tenga puerta de acceso a una antesala que nos lleva a otro hueco que es la boca del horno y que generalmente en otros modelos es el único acceso desde el exterior. En esta antesala hay varios nichos donde se colocaban los cántaros para enfriar el agua que en los otros hornos sólo podía disponerse en el círculo único. En otros hornos la fachada se techaba de jara o retama para hacer sombra.

También singular es que este horno a diferencia de los otros que estaban funcionalmente situados cerca de la cantera de piedra está más bien cerca de los desaparecidos hornos de teja y ladrillo.

 PROCESO DE TRABAJO

 En Almaraz se trabajaba en todas las estaciones del año, sobre todo en verano; sólo la lluvia afectaba al proceso. Todo el trabajo era manual. El material se iba descargando en los aledaños de la parte superior del montículo. Lo primero era arrojar leña para combustible desde el hueco exterior de arriba al pozo. La leña era jara, retama, tomillo, olivo o escobón (el escobón era el material más rápido de cocción). La piedra que se lanzaba desde arriba por un calero, se colocaba por otro calero dentro del pozo sobre la poyata donde se encañaba más de un metro y luego con el material más macizo se iba cerrando haciendo forma de bóveda. Abajo se colocaba una piedra más moldeada, hacia la mitad del horno se hacía bóveda con piedra menuda. Se procedía así a armar el horno, a hornar, o encañar -como se conocía en Almaraz - es decir, a colocar las piedras de caliza durante 8 o 9 horas. Finalmente se cerraba la boca del horno con barro que se colocaba sobre las piedras de grano dejando sólo un hueco para ir alimentando el fuego. Se podía correr el riesgo de caerse el horno. El tiempo de cocción duraba generalmente un día. Se empezaba por la tarde, continuaba toda la noche, finalizando aproximadamente a mediodía del día siguiente. Los caleros debían permanecer al lado del horno echando la leña por lo que se hacía la cena, desayuno y comida junto al horno; alimentos que las mujeres llevaban desde casa y que generalmente era sopa y fritos de la matanza de cerdo o gazpacho en verano. En el caso del horno “Cabo Birri”, más cercano al pueblo se podían hacer turnos para comer en casa. Al día siguiente del inicio, se procedía a enfriar durante unas 12 o 13 horas, se desarmaba la boca y se retiraba la cal. Si había que encañar otra vez se enfriaba la caldera a base de cántaros de agua, pesada labor a cargo de mujeres que la traían desde el Nacedero del agua que surtía al pueblo o Fuente de Agua. Luego había que sacar la ceniza.

Era corriente que por el calor se desprendieran partes del horno por lo que habitualmente se reparaban con barro o arcilla.

Con los carros y animales de carga la cal era transportada y depositada en lugares más cercanos al pueblo, siempre evitando el agua.

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ORGANIZACIÓN INDUSTRIAL

Según tradición oral de los últimos caleros, los hornos de cal en Almaraz se explotaron durante generaciones, a veces en la misma familia. Hubo un momento de gran actividad en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX, hasta que en los sesenta la generalización del cemento acabó con esta actividad.

  • Durante esos años existieron los siguientes propietarios de hornos :
  • Clodoaldo Moreno : 2 hornos
  • Ricardo Moreno : 1 horno
  • Pío Moreno : 1 horno
  • Esteban Moreno : 1 horno
  • Domingo Fernández : 1 horno
  • Teodoro Salas : 1 horno
  • Nicolás Díaz : 2 hornos
  • Agustín Merchán : 1 horno.

Sobre la mano de obra empleada en los hornos, entre canteros de piedra, cortadores de leña y caleros o encañadores, hay ejemplos concretos :

Clodoaldo Moreno tenía en el horno a su familia, Gabriel y Clodoaldo, y tres o cuatro empleados, además de los trabajadores temporales que se contrataban para cocer por la noche. Entre ellos estaban Segundino y Víctor Jara, Agustín y Alejandro Jara, Isidoro Montero y su cuñado Manuel, Celestino Arcaz, Maximiliano Alonso. Trabajaban como aguadoras sus hijas Paca y Milagros.

Ricardo Moreno tenía a su familia, sus hijos Ricardo, Antolín y Antonio y uno o dos empleados como Saturnino Salas.

Nicolás Díaz tenía a su familia, a Nicolás y Pablo, y los empleados Antonio, Máximo, José, Luis, Isidoro y Julián Pino. Sus hijas Eloísa, Carmen y Nati les ayudaban y hasta llegaron a encañar.

Domingo Fernández empleaba a Gregorio Gerveno.

Teodoro Salas empleaba a su familia, Antonio, Teodoro y José, además de a Félix Porras y José Curiel.

Pío Moreno tenía a sus hijos Nemesio y Eugenio.

Esteban Moreno tenía a sus hijos Vitorino, Pedro y Honorio y empleados como Martín Sánchez, Antolín Arcaz, Eustaquio García y Primitivo Ramos.

Las herramientas de trabajo eran dinamita, la pala, la marra, la palanca, la horquilla. Como transporte se usaban mulos, bueyes, carros y narrias, un carro pequeño usado para las cuestas.

La materia prima, piedra caliza, se extraía con dinamita de las canteras del Sierro y de la finca Valdeobispo.

La leña procedía del Sierro (olivo), fincas Valdeobispo (retama), Torrejón (retama) de Almaraz; Sierro (jara), fincas Dehesa Vieja (jara), El Bote (olivo), Risquillos (escobones) de Belvís; finca Las Mesillas (jara) de Romangordo y Casas de Miravete; finca El Picatón (tomillo y jara) de Saucedilla; finca La Anguila (tomillo) de Serrejón.

El proceso de comercialización de la cal era la última fase del trabajo. Lo corriente era que fuera transportada en carros y posteriormente en camiones desde Almaraz hasta las poblaciones cercanas, siendo principales receptores Navalmoral de la Mata desde donde venían empresarios e intermediarios como Andrés Pérez y Ezequiel Barrado; Casatejada y la finca la Olilla de Majadas.

Cabe reseñar que la ceniza resultante de la cocción era un excelente abono para el campo, por lo que era usada por los pequeños propietarios como Emiliano y Rufino Fernández, Evaristo Vadillo, Gervasio Sánchez, Eduardo Rebollo, Simón Muñoz y otros.

 

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RESUMEN

Los hornos de cal son muy escasos en nuestra Comunidad, teniendo la suerte nuestra localidad de contar con varias muestras del modelo, por lo que deben ser inventariados, catalogarlos como bien cultural y conservarlos para la posteridad como parte de nuestra historia para que sean testigos las generaciones futuras de toda una cultura popular, social, económica y artística de Almaraz.

Sería interesante poder datar su antigüedad, ya que existen hornos medievales. Encomiable es la labor de limpieza, acceso y restauración que el Ayuntamiento está realizando en el horno “Cabo Birri “, que ha sido donado generosamente por sus propietarios, herederos de Nicolás Díaz, y donde en un futuro próximo habrá un centro de interpretación de su historia y funcionamiento.

NOTAS

El nombre “Cabo Birri” hace referencia a un indigente de origen almaraceño, Emiliano Blanco Barbado, que vivió entre las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX en el horno.

Clodoaldo Moreno, hijo de propietario de hornos y uno de los últimos caleros, junto a Francisco Sánchez y Pedro Pino han aportado su testimonio y experiencia para esta información.


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